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[Comunicado de prensa] En cualquier caso ningún remordimiento

La sentencia del proceso en contra de los 25 manifestantes para los disturbios ocurridos en el marco de las protestas contra el g8 en Genova, eligiò cual es el precio que se debe pagar para exprimir las propias ideas y para oponerse al estado de cosas presentes: 110 aňos de carcel. El Tribunal del presidente Devoto y de los jueces Gatti y Realini, no tuvo el coraje de oponerse a la feroz recostrución de la historia colectiva a al uso del poder que los ministerios fiscales le pidieron de avalar. Mejor dicho hizo algo peor. Eligió de sentenciar que hay una forma “buena” para exprimir el disenso y una forma “mala”, que hay formas compatibles de protesta y formas que tienen que ser sancionadas como un crimen de guerra.

Para completar la obra aportó también una consolación al fin del proceso para los defensores y los “ciudadanos honestos”, pidiendo la trasmisión de las actas judiciales para los testimonios de dos carabineros y dos policías, un regalito con el cual no se alivia la pesadez de la sentencia y el sentido de caridad de la cual no nos interesa.

El tribunal de Genova eligió de secundar todas las fuerzas políticas, todos los bienpensantes, todos aquellos abogados, che – concientemente – esperaban que pocos, aún menos de los 25 imputados, fueran condenados para restablecerse y para puntar su propio dedo goteante moral y cociencia sucia. La utilización del delito de devastación y saqueo para condenar echos ocurridos en el marco de una manifestación política abre la puerta a una operación muy peligrosa, que quería ver las personas rendidas a las elecciones de quien goberna, inermos frente a los abusos cotidianos de un sistema en llena emergencia democrática, antés que económica. Nadie de los que eran en Genova en el 2001 y que construyeron su carrera utilizando las reivindicaciones de las protestas de Genova, para traicionarlas en la primera ocasión con qualquier votación o medio necesario, quiso exprimirse en contra de esa operación absurda y instrumental: nadie, o casi, en todas las formaciones políticas de centro-izquierda que gobernan supo decir que en Genova, entre los que hoy quedan condenados con años de carcel, hubieran tenido que estar todos los que participaron a las mobilitaciones de aquellas jornadas.

La misma tarea fue desarollada por muchos de los movimientos y muchas de las personas que trataron de sabotear los contenidos de la manifestación que hace tres semanas, el 17 de noviembre, llenaron las calles de Genova: quisieron enturbiar las miradas de las personas sobre quienes eran realmente los que luchaban para un modelo alternativo de vida e de sociedad, y quien defendía el modelo que vivimos en nuestra piel todos los dias; quisieron agitar las aguas, quizás porque su dignidad también quedaba bien confundida. Y entonces decenas de comunicados sobre las posibles Comisiones del Parlamento, sobre la Verdad y la Justícia, y muy pocas palabras sobre las 25 personas que se estaban volviendo los chivos expiatorios de un poder que tuvo miedo. Genova no se borra con el revisionismo judiciário ni con las elecciones ventajosas ni con los fantasmas en el armario.

Las 80.000 personas que el pasado 17 de noviembre manifestaron por las calles de Genova no pedían una Comisión del Parlamento, sino que las 25 personas no se volvieran en la tapadera atràs de la cual esconder una página de la historia incómoda, que metió en discusión el actual sistema de vida y de la sociedad. Somos seguros que aquellas 80000 personas nos escuchen y que no van a permitir que en una sala de un Tribunal se exproprie la memoria colectiva y se arrasen las vidas de 24 personas.

Con mayor razón hoy, con una sentencia que trata de aplastarnos y darnos verguenza de lo que fuimos y de lo que vivimos, de oscurar los momentos de aquella revuelta y de no darle la luz y la dignidad así como merecerían los momentos más puros que exprimen la voluntad popular, nosotros decimos que que nunca vamos a renegar nada, que no vamos a pedir perdón, porque no hay ninguna motivación para hacerlo ni de que arrepentirse, porque nosostros aquel momento lo vivimos como el más alto de nuetra vida política.

Nosotros pensamos que todos los que estaban en Genova tendrían que gritar: en cualquier caso ningún remordimiento. Ningún remordimiento para las calles ocupadas por la revuelta, ningún remordimiento para el terror de los grandes atrinhcerados en la zona roja, ningún remordimiento para las barricadas, para las escaparates desfondadas, para las protecciones de plexiglass, para los escudos de plexiglass, para la ropa negra, para las manos blancas, para las danzas pink, ningún remordimiento para la determinación con la cual metimos en discusión el poder en aquellos dias.
Lo decimos el día después de Genova y en todos estos años: la memoria es un engranaje colectivo que no se puede sabotear. No vamos a probar ningún remordimiento para todo lo que pasó y todo lo que significó para nostros Genova. Hoy, como ayer y mañana, seguimos repitiendo que la historia somos Nosotros. Hoy, como ayer y mañana, seguimos diciendo: en cualquier caso ningún remordimiento

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